Desde diosas paganas hasta figuras sagradas monoteístas, la rosa ha encarnado por milenios la energía femenina divina como amor, creación, protección y trascendencia espiritual.
La mirra encarna la energía femenina en su faceta más profunda: vida y muerte, amor y dolor, cuerpo y espíritu. Su uso en rituales de transición (nacimientos, muertes, iniciaciones) la convierte en un puente entre lo humano y lo divino.
El incienso trasciende culturas y religiones como un elemento de elevación espiritual, protección y conexión con lo sagrado.
El jazmín, la flor de la noche, símbolo de la sensualidad sagrada y la confianza interior. Su aroma cálido y exótico despierta la feminidad poderosa que habita en ti.
El geranio es un maestro del equilibrio emocional, armoniza el corazón y recuerda que la belleza florece incluso en los momentos de cambio.
El Palo Santo es la madera sagrada de los rituales de purificación, que limpia energías estancadas y atrae luz a tu camino.
Y la mandarina es alegría solar hecha esencia, despierta la creatividad y bendice tu piel con su vibración rejuvenecedora.
Esta sinfonía de aceites esenciales es batida artesanalmente con manteca de cacao, karité, aceites de ricino, oleato de pétalos de rosa en aceite de almendras dulces, ajonjolí prensado en frío, vitamina E y cera candelilla.
Esta mantequilla se derrite al contacto con tu piel. Su textura sedosa nutre a profundidad mientras los aromas sagrados te transportan a un espacio de conexión con tu esencia más pura.